Vinos de Alicante
Las variedades autóctonas que protagonizan los vinos de Alicante configurando su identidad, ya sean monovarietales o coupages, empiezan con M: Monastrell y Moscatel.
El cultivo de la vid y la elaboración de vinos en la provincia de Alicante se remonta al siglo VI antes de Cristo. Los restos arqueológicos del poblado íbero de Benimaquia, en el término municipal de Dénia, son prueba de ello. En la actualidad, además de las variedades autóctonas se han adaptado extraordinariamente bien variedades como la Cabernet Sauvignon, Pinot Noir, Syrah, Garnacha, Tempranillo, la Petit Verdot o la blanca Chardonnay.
en el campo
Las plantaciones son en vaso, de secano, en suelos austeros con poca producción pero, de excepcional resultado. Quizás por ello, las y los agricultores llevan décadas realizando importantes esfuerzos en innovación, tecnificación y modernización de cultivos para conseguir la mayor calidad con el menor impacto medioambiental posible e impulsando de forma notable el cultivo ecológico para preservar la biodiversidad del territorio.
cultura del sabor
Visitar las bodegas cooperativas de la provincia de Alicante permite apreciar la dimensión que alcanza la cultura del vino en la zona, tanto por la profesionalización y tecnificación del proceso como por el mimo al producto o la innovación constante que va desde la elaboración del vino a su packaging. Todo ello conservando y potenciando la tradición con las mejores prácticas culturales.
En estas bodegas, además, se elabora una de las joyas exclusivas de la gastronomía alicantina: el Fondillón. Se trata de un vino añejo natural de Monastrell con más de 10 años de crianza, elaborado solo con las cosechas más excepcionales. El alcohol que posee este vino procede únicamente de su fermentación y de su largo envejecimiento, puesto que en las soleras radica su personalidad. Un tesoro enológico que elaboran solo un reducido número de bodegas.